Después de abandonar la ciudad de Coro que fue nuestro hogar, y antes de volver a caer en las fauces de la loca Caracas, pasamos un fin de semana en Mérida, ciudad venezolana en los Andes, pasando, por primera vez en mucho tiempo, un frío atroz.
Después, me reincorporé a la
escuela de La Guaira y todos los días puedo
ir prácticamente nadando al trabajo, de la humedad que hay en el
aire.
El otro día me
derrumbé en mi silla cogiendo pequeños tragos de aire desde el ventilador
y vino la coordinadora toda alarmada diciendo que qué barbaridad,que estábamos
a 31 grados, qué temperaturas...
-31 grados? señora! eso no es nada!
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